¿Un periódico gratuito distribuido a domicilio en los sectores más ricos de la ciudad? ¿Enfundado en una bolsa de plástico como si fuera un producto de lujo? Santo Domingo, República Dominicana. Año 2001. La primera vez que escuchamos esta propuesta pensamos que alguien se debía de haber vuelto loco.
Hay que salvarlos del suicidio, pensamos para nuestros adentros. Mostramos nuestra mejor sonrisa condescendiente y tratamos de reenfocar el proyecto casi caritativamente, tirando de manual: un periódico gratuito, contestamos, debe aprovechar las sinergias del transporte público masivo y distribuirse en puntos de gran tránsito a primera hora de la mañana. ¡Y en Santo Domingo no hay —no había entonces— metro, ni red formal de autobuses urbanos, ni grandes centros comerciales, ni espacios urbanos de encuentro…!
Pero el editor, Arturo Pellerano, y el director, Aníbal de Castro, ambos con larga experiencia en la prensa dominicana, lo tenían claro. Era un plan a todo o nada. Una fabulosa intuición a la que, claro, le hacían falta una organización y un soporte editorial consistentes.
¡Bingo!
En un tiempo récord, Diario Libre se convirtió en líder del mercado por circulación y ventas, desbancando al centenario Listín Diario, la casa madre de los Pellerano, por cierto. En un país donde los índices de lectura son bajísimos, de pronto surge un periódico que apetece llevar y mostrar debajo del brazo. Y en seguida, también, todas las grandes marcas —del supermercado al banco, del automóvil a la ropa de lujo— quieren estar en sus páginas, sabedoras de que de esa manera tienen acceso a los hogares con mayor capacidad adquisitiva.
En un país donde los índices de lectura son bajísimos, de pronto aparece un periódico que apetece llevar debajo del brazo
Portadas de Diario Libre
Así pues, el mérito del éxito revolucionario de Diario Libre es enteramente de sus muñidores. Nosotros hemos tenido el privilegio de acompañarlos y asesorarlos durante muchos años: entonces, para la configuración integral de un producto off-line, y más recientemente, para su completa transformación digital, con extensión multiplataforma, renovados soportes, sala de redacción integrada y multimedia, talleres, unidades de ‘branded-content’…
Diario Libre nació en 2001, el año en que atacaron y derrumbaron las Torres Gemelas de Nueva York. Un año que cambió el mundo, como Diario Libre cambió el paradigma de la prensa gratuita, en aquel momento floreciente y dominada por los modelos de Metro y 20 Minutos. Porque no hay duda de que el modelo de negocio que inventaron Pellerano y De Castro, y que después continuó en la dirección Adriano Miguel Tejada, fue pionero en el mundo: un auténtico y exitoso caso de estudio que, de haber aparecido en otro lugar, y no en República Dominicana, hubiese sido protagonista principal en los congresos anuales de la World Association of Newspapers (WAN-IFRA).
De la era ‘print’ al universo digital: líder
Inicialmente, el secreto disruptivo de Diario Libre descansaba tanto en el ‘target’ como en el sistema de distribución. Otros han intentado copiarlo después, pero ya era demasiado tarde. Periodísticamente hablando, se trataba de configurar un diario esencial pero completo, ordenado, fácil de manejar y de leer, bien editado y a todo color. Con una redacción pequeña, ágil y versátil, que combinaba la experiencia de la cúpula directiva con la juventud de los reporteros.
Talleres y presentación de la versión digital de Diario Libre
Y a la operación había que ponerle cara, una marca. No podía ser un simple logotipo. Amarillo fulgurante sobre verde, como sacado de un cuadro de Matisse, muy diferente de todo lo que había en el mercado, para Diario Libre ideamos un personaje soñador y optimista que, al aspirar a tocar una estrella, reunía todos los atributos del proyecto. Y así se ha mantenido durante dos décadas. Ingenuo y orgulloso a la vez. En la portada del periódico y en todos sus soportes digitales; en gorras, chalecos y vehículos de reparto; en supermercados y vallas exteriores; luminoso, al frente de las instalaciones centrales de la compañía en la avenida Abraham Lincoln de la capital. No tiene nombre, pero ya es parte del imaginario colectivo del país, quizá una de sus marcas más reconocibles y, desde luego, en el ‘top of mind’ de todas las encuestas.
edición Metro, 2021
Diario Libre ha roto todos lo moldes de hacer periodismo en República Dominicana y quizá algunos en el mundo, y ha traído consigo muchos “por primera vez”. Por primera vez, un diario gratuito es un diario de referencia, prestigioso y creíble. Por primera vez, un diario gratuito ofrece una estupenda revista de estilos de vida y moda los sábados, también gratuitamente, claro está. Por primera vez, un medio emplea un CMS (Content Management System) integral. Por primera vez, una mujer —la española Inés Aizpún, con muchos años en el país, hasta entonces subdirectora— ha asumido en 2020 la dirección de un periódico…
en enero de 2019.
También, ha sabido navegar aguas calmadas y turbulentas, impresas y multimedia, y seguir siendo líder. Con la perspectiva de estos veinte años, la principal lección de Diario Libre sigue remitiendo al primer párrafo: ese inigualable ¿por qué no?