Cada año, de una u otra manera, empresas e instituciones tienen que rendir cuentas. Las que tienen 50 o más empleados y su cifra de negocios supera los seis millones de euros están obligadas a auditar y publicar sus resultados. Ése es el sentido original de las memorias anuales.
Antes sólo impresas y ahora mayoritariamente digitales, la tradición de editar una memoria acaba siendo casi siempre una pesada rutina para los departamentos de comunicación y, por extensión, para todas las demás áreas de la compañía, que ‘sufren’ su acoso en busca de hitos y datos destacables con los que ‘rellenar’ la publicación. Por eso, tantas memorias son aburridas.
Sin embargo, más allá de las cuentas anuales, requisito legal imprescindible, las memorias corporativas constituyen una estupenda oportunidad narrativa. Con ellas, mucho más que sacar pecho u ocultar debilidades del ejercicio, se puede construir marca, incorporar matices, dar voz a clientes o usuarios hasta convertirlos en protagonistas: sobre todo, contar quiénes somos y desde qué valores trabajamos. Sólo hay que desentumecer músculos —físicos y mentales— y hacer frente a varios clichés muy arraigados en las organizaciones. Dejar de poner el miedo o el ‘siempre se ha hecho así’ como excusa. A Mutua Navarra, uno de nuestros clientes, le propusimos intentarlo y aceptó.
Con un 36,1% de cuota de mercado y más de 104.500 trabajadores protegidos a finales de 2020, Mutua Navarra es la mutua colaboradora con la Seguridad Social líder en la Comunidad foral. 2019 fue para la entidad un ejercicio muy positivo; 2020 fue, en cambio, un año complejo y difícil por culpa de la COVID-19.
En ambas ocasiones, invitamos a sus directivos a mirar un poco más allá de los fríos resultados, fueran buenos o no tan buenos, y a desentrañar cuál había sido el hilo argumental más destacado del año, lo que había vertebrado toda su actuación.
Innovación, respondieron en 2020 mirando al año anterior. Y añadieron: pero no cualquier innovación sino una innovación enfocada al servicio. Innovación con alma.
Fragilidad, respondieron en 2021, todavía en plena pandemia. Y añadieron: pero no cualquier fragilidad ni tampoco resignación. Vulnerabilidad para recuperar la importancia del cuidado.
Innovación con alma y fragilidad para cuidarnos. Tirando del hilo de estos dos titulares se enhebran dos memorias muy especiales que dicen más de Mutua Navarra que cualquier otra cosa.
2019: la memoria del chupa-chups
De la idea de innovación con alma surge la idea del chupa-chups, uno de los ‘inventos’ españoles más exitosos del siglo XX. Enric Bernat, catalán y nieto de confitero, tuvo en 1958 la genial ocurrencia de colocar un palo a un caramelo. Su secreto fue pensar en los niños: ésa fue su innovación con alma.
¿Cuáles habrían sido los pasos innovadores y con alma dados por Mutua Navarra en 2019? ¿Seríamos capaces de encontrar sus chupa-chups?
Resultó que los había. En la memoria, los cuentan sin artificio algunos trabajadores de la compañía, que incluso se ponen a construir inventos y artilugios con palillos del popular caramelo.
Hay que desentumecer músculos
—físicos y mentales— y hacer frente a varios clichés arraigados en las organizaciones. Dejar de poner el miedo o el ‘siempre se ha hecho así’ como excusa.
Y no sólo eso. La memoria y su hilo argumental son la ocasión propicia para reflexionar sobre qué es y qué no es innovación. Aportan sus visiones el director gerente, Juan Manuel Gorostiaga, y el ‘coach’ Guillermo Echegaray, director de Geiserworks, autor del libro ‘Empresas con alma, empresas con futuro’.
Pero también altos directivos de algunas empresas asociadas a Mutua Navarra: Juan Goñi, de Laboratorios Cinfa; Esteban Morrás, de Das Nano; Maite Agüeros, de Innoup Pharna; Jon Angulo, de Hidro Rubber; Pilar Irigoien, de Sodena; Héctor Barbarin, del Centro Nacional de Tecnología Alimentaria (CNTA), Jon Navarlaz (iAR), Rubén Díez (Ikan Bio-Tech)… Todos ellos eligen para la memoria su pionero o innovador histórico favorito, el personaje que más les ha inspirado en sus carreras. Y así, en la memoria de una mutua, aparecen el explorador Ernest Shackleton, la modista Coco Chanel, la abogada y escritora Clara Campoamor, el industrial Henry Ford, el inventor de internet Tim Berners-Lee, incluso John Lennon y Jesús de Nazaret.
2020: la memoria frágil
Si 2019 es un ejercicio para enmarcar, en 2020 se trastoca todo. Mutua Navarra sigue ganando cuota de mercado, pero la COVID-19 hace saltar por los aires planes y previsiones. Empresa y plantilla no dudan en echar el resto. Da igual quién seas y en qué área trabajes: la prioridad es pagar las prestaciones a aquellos trabajadores —sobre todo, autónomos— a los que la pandemia ha dejado a la intemperie.
Esa sensación de extrema vulnerabilidad, individual y colectiva, sirve de marco para una nueva reflexión que trasciende los datos de una memoria convencional. José Laguna, teólogo y músico, autor del libro ‘Ciudadanía’, escribe sobre la revolución pendiente de los cuidados. El fotógrafo danés Mads Nissen, World Press Photo 2021, cede su instantánea, titulada ‘El primer abrazo’, y cuenta cómo la hizo y qué sintió al hacerla. Lo mismo Iñaki Porto, premio Teobaldo a la mejor fotografía del año en Navarra. Seis asociados de diferentes sectores mantienen una emocionante conversación sobre lo aprendido. Otros cinco miran atrás para encontrar en la historia momentos duros de los que también se salió. Y casi cien miembros de la plantilla de Mutua Navarra se hacen un selfi y comparten por el móvil sus aprendizajes.
Selección de páginas de la Memoria de Mutua Navarra de 2020.
Con una bolsa de plástico pegada a la portada de cada ejemplar y su chupa-chups personalizado dentro, la de 2019; dentro de un estuche de cartón con su pegatina de correos que reza ‘Muy frágil’, la de 2020, el resultado es mucho más estimulante que la típica mirada autorreferencial y aburrida al ejercicio de una entidad. Con estas dos memorias, Mutua Navarra da a conocer las claves más profundas de su actividad. Y muestra que, en efecto, una memoria puede ser mucho más que una memoria.