10 aprendizajes de un diseñador haciendo tipografía
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10 aprendizajes de un diseñador haciendo tipografía

La tipografía es la base para comunicar mensajes, ideas, advertencias, consejos, prohibiciones, sentimientos, historias… El diseñador es un elemento clave a la hora de elegir una. Cada proyecto necesita una específica. Una que funcione en el contexto en el que se va a usar.

Cuando comencé a interesarme por cómo se hacen las letras, entré como forastero y de puntillas. No por que no las utilizase sino porque hacer tipografía es una cosa muy seria.

Tras varios meses aprendiendo junto a los maestros Jordi Embodas y Ricard García, quiero compartir ahora qué he aprendido como diseñador haciendo tipografías.

1. El futuro de la tipografía pasa por revisar el pasado

Desde la modulación de la ‘o’, los remates de las serifs, las itálicas de las sans… Todo viene de una evolución, de un cambio en la tecnología y su uso. Revisar continuamente referencias, encontrar patrones, acercamientos. No para copiar sino para intuir soluciones, hallar caminos y ver cómo se han enfrentado al mismo problema otros diseñadores.

2. Diseñar un bonito carácter frente a diseñar un sistema

Diseñar un bonito carácter es fácil; diseñar un sistema en el que todos los caracteres tengan sentido, coherencia y unidad es algo más difícil. Una letra que sobresale por unas características especiales, un trazo diferente al resto… James Edmondson, de OhNoType, explica que en sus clases se encuentra que, debido a la naturaleza salvaje de la ‘g’, los estudiantes aprovechan la oportunidad para desechar todas las reglas del libro y hacer las ‘g’ más extrañas que jamás hayas visto. El reto, en realidad, es hacer una ‘g’ aburrida. Que funcione con el resto de caracteres.

La tipografía (en progreso) Blanca.

Uno de los caracteres favoritos de la tipografía que he estado desarrollado es la ‘a’. Tenía inicialmente unos ángulos abruptos en la ‘panza’. Era una forma lo suficientemente característica para que definiese el resto. A medida que fui avanzando con el resto de caracteres, esa ‘a’ se fue quedando sin acompañantes con esas características. ¿La solución? Ante mi indecisión, decidí dejarla como una ‘a’ alternativa en el set de caracteres.

3. Dar y recibir feedback

Es una de las tareas más comunes del mundo de la tipografía. Mostrar trabajos en curso, recibir feedback de la comunidad, corregir y seguir el ciclo. Aunque pueda parecer intimidante al principio, mostrar el trabajo a personas que han pasado por los mismos dilemas que tú es gratificante, y aprendes a cada corrección.

Feedback de las primeras semanas de la tipografía Blanca.

Es una experiencia enriquecedora La comunidad de diseñadores de tipografía tiene una generosidad inmensa a la hora de dar feedback y ayudarte. Semana tras semana, recibíamos una sesión en la que podíamos ver los avances de los demás y cómo les daban a ellos feedback. Conocer los errores de los demás es una experiencia enriquecedora porque seguramente estás cometiendo los mismos o has pasado por ahí. Si te interesa, hay recursos como TypeThursday en Barcelona, el programa Alphabettes, Type Crit Crew

4. 10% de creatividad y 90% de trabajo tedioso

Diseñar una tipografía es un camino largo. Escuché una vez que diseñar una tipografía se compone de un 10% de creatividad y de un 90% de trabajo tedioso. Nada más cerca de la realidad. Hay que ser constante. Durante mi aprendizaje, me reservé los martes de 20 a 23 horas para aprender tipografía, ya fuera escuchando un podcast, viendo las lecciones, leyendo libros o analizando alguna tipografía, y los fines de semana dibujaba los caracteres de esa semana.

5. Cuéntame una historia

No basta con diseñar una tipografía bonita. Tiene que contar una historia. Más allá de las opciones de uso, sus peculiaridades, opciones ‘open type’…, contar una historia ayuda a conectar con el mundo, le da un sentido de existencia a la propia tipografía y ayuda a poder publicarla en blogs y webs de diseño. Normalmente, componen los textos es un mantra que llega cuando, de repente, tienes que explicar la tipografía y desarrollar un specimen (una muestra de cómo funciona una tipografía). Hay veces en que la historia se va fraguando poco a poco a medida que vas trabajando, otras nace con la propia tipografía… Sea como sea, la historia puede definir el ambiente en la que se va a utilizar, el objetivo con el que se ha diseñado.

La tipografía ‘Godina’ tomaba el nombre de una pequeña localidad de Aragón que hace nexo de unión entre mi familia y yo.

La primera tipografía que desarrollé, Godina, contaba una historia: el camino que tengo que hacer entre mi ciudad natal, Valencia, y Pamplona, donde trabajo. De esas idas y venidas para ver a mi familia y a mis amigos, encontré un nexo en La Almunia de Doña Godina, una localidad en la provincia de Zaragoza, en Aragón, por la que paso en cada viaje. Esa localidad me sirvió como inspiración para nombrar a la tipografía.

6. Estudiar continuamente

Las herramientas cambian, los conocimientos permanecen. Pero tan importante es conocer la historia y la evolución de la tipografía como conocer cómo se hacen hoy las tipografías, cuáles son sus procesos de trabajo, qué herramientas se utilizan…

Fotografía de mi escritorio durante los primeros meses que me adentré a la tipografía.

Uno de los elementos que más consulto son los libros. Manuales (‘Diseñar tipografía’, de Karen Cheng, o ‘Cómo crear tipografías’, de Cristóbal Henestrosa, Laura Meseguer y José Scaglione, por ejemplo), publicaciones inspiradoras (los anuarios que edita el Type’s Director Club o los de la editorial Slanted) o históricas (‘Letras Recuperadas’, de Juan Nava). También, blogs como Rayitas Azules, I Love Typography, It’s Nice That, Gráffica… O la newsletter de Don Serifa. Son algunas referencias imprescindibles en mi trabajo.

7. No todo es lo que parece (ajustes ópticos)

¿Nunca te has fijado en cómo la ‘o’ sobresale de la línea? ¿O en esa ‘E’ mayúscula que tiene la barra central más arriba de lo que geométricamente parecería lógico? ¿Y en el grosor de la ‘H’ que cambia según si es horizontal o vertical? Son algunos ajustes ópticos que se hacen a los caracteres para que funcionen y no los veamos descompensados, raros o salten a la vista.

8. Un trabajo en equipo (de verdad)

Pese a que mucho del trabajo del tipógrafo parece ser solitario (y así es), compartir tareas y partes del proceso es una práctica habitual. Hay profesionales que se especializan en la parte más técnica, otros son creativos. Desarrollar una tipografía con múltiples escrituras, que tenga opciones open type, que esté bien espaciada, que esté optimizada para la mayoría de pantallas… es un trabajo amplísimo. Contar con personas a lo largo del proceso puede ayudar a hacer ese trabajo más eficaz.

Resultado de la tipografía colaborativa.

Una de las actividades que más me ha gustado recientemente ha sido el taller de Tipografía Colaborativa impartido desde WType Foundry. El objetivo en ese taller era crear una tipografía funcional en poco tiempo colaborando con el mayor número de personas posible, dividiendo las letras, símbolos, números y emojis entre los participantes. Utilizando papel, tijeras y pegamento, se construían letras sobre una grilla. ¿El resultado? 93 autores de 26 países dibujamos 345 caracteres (letras, símbolos, puntuación…) en cinco días. Échale un vistazo al resultado.

9. Imprimir. Comprobar. Corregir. Reimprimir. Corregir.

Uno de los primeros trabajos que hice al llegar al estudio Errea fue decidir entre dos tamaños de letra con diferentes interlineados para un periódico. Eran ajustes sutiles. De medio punto hacia arriba o hacia abajo, o menos. Pero que definían luego cuánto texto cabría en una columna, cuánto tendrían que recortar o alargar los periodistas… Para comprobar que lo que has diseñado funciona, hay que imprimirlo. En las pantallas, la calidad es superior, todo se ve nítido. Pero, al verlo impreso, se perciben errores, desproporciones o cambios de tamaño que no esperabas. Lo mismo pasa al hacer tipografías. Al diseñarlas, se trabaja con un programa con suficiente capacidad de ampliación como para ver sutilezas o corregir errores. Pero no es así cómo en realidad se va a ver. Imprimir el trabajo con textos reales ayuda siempre a comprobar y corregir los errores.

10. Pasión

Uno de los profesores nos contó que cuando estudió en La Haya (algo así como el ‘Howarts’ para los tipógrafos) se sintió como un niño pequeño ilusionado. Es una imagen con la cual me identifico mucho cuando me preguntan qué hago. Hacer lo que te gusta, ¡y que además te paguen!, es un sueño. No quita que haya malos momentos o de bajón. Todos los tenemos. Pero pasión significa horas robadas al sueño, y estudio, trabajo, tiempo, dinero, amor… Como decía uno de mis detectives favoritos, “es un regalo y una maldición”.

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Godina

Inspirada en la idea de que las formas primarias pueden formar un alfabeto completo, Godina es una tipografía que deconstruye y construye formas de maneras cautivadoras.

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