Estamos en el estudio dando vueltas a qué proyecto especial podemos desarrollar este año. No es tarea fácil, y muchas veces nos atascamos nada más empezar. ¿Qué hacer cuando tener una idea original parece tarea imposible? ¿Cómo crear cuando uno se bloquea y no avanza?
En realidad, para ser original no hace falta crear siempre de cero. A veces se puede aprovechar algo que ya existe y darle una nueva vida. Me acuerdo de que Max Colson, un profesor que tuve en la universidad, hablaba de cinco formas para crear que parten de lo que ya existe. Al recordarlas ahora, me doy cuenta de que muchos de los trabajos que me inspiran hacen precisamente esto y encajan en una o varias de las siguientes categorías:
1. Traducir y adaptar
Me fascinan los proyectos que adaptan libros para redes sociales y que se benefician de los nuevos formatos para contar historias que todos conocemos de forma distinta. Uno de los primeros que vi hace ya casi diez años fue Lizzie Bennet Diaries, una adaptación en forma de vídeoblog de la novela ‘Orgullo y prejuicio’, de Jane Austen. Se emitía un nuevo vídeo de YouTube cada semana y la gente podía dejar comentarios e interactuar con los personajes. En lugar de un clásico de la literatura, parecía que estabas viendo el típico blog de una chica contando sus problemas amorosos. Una ficción que transmitía realidad y proximidad. Fue la primera serie web en ganar un Emmy: al logro creativo en medios interactivos.
Otro ejemplo de libros adaptados es la newsletter Dracula Daily. Este proyecto propone una nueva forma de leer ‘Drácula’, de Bram Stoker. La historia original es un libro epistolar que ocurre entre el 3 de mayo y el 10 de noviembre; la newsletter te manda un correo diario entre esas dos fechas, con los textos pertenecientes al día correspondiente.
En ambos casos, ninguno de sus autores ha creado el material primario, pero la forma de contar dos clásicos de la literatura es una idea original en sí misma.
2. Cortar, mezclar y pegar
Una de las instalaciones que más me han llamado la atención en los últimos años ha sido ‘El Reloj’, de Christian Marclay. El artista yuxtapone en ella decenas de escenas de relojes que aparecen a lo largo de la historia en cine y televisión para crear con ellas una película de 24 horas de duración que en todo momento marca la hora en la que el espectador está asistiendo a la proyección. La técnica del collage es más que conocida, pero nunca se había visto llevada a tal extremo. Jamás hubiera pensado que películas de temas y épocas tan diversas pudieran formar parte de un mismo trabajo y configurar una película que parece que tiene argumento propio y real. Porque el espectador asiste a esa ilusión. Aunque no sea el autor del material original, Marclay lo corta y pega a su parecer para crear una narrativa coherente que, en el fondo, habla del tiempo.
3. Recontextualizar
Ver algo fuera de lugar siempre nos llama la atención. Cuando me topé con unos fragmentos gigantes de hielo frente al Tate Modern hace cuatro años en Londres, tuve que pararme a pensar qué hacían allí. Al parecer, el artista Olafur Eliasson los había traído desde Groenlandia para advertir de las consecuencias del cambio climático. Crear no creó nada, pero al haber sacado los bloques de hielo de su contexto natural, consiguió transformarlos en una acción contra el cambio climático y resaltar de forma muy clara el problema que tenemos.
Ice Watch de Olafur Eliasson y Minik Rosing en Tate Modern, Londres. ©2018 Olafur Eliasson
El primero en hacer algo similar fue Marcel Duchamp cuando colocó su urinario firmado en un museo, cuestionando de esta manera la idea de autor como genio y, por extensión, la de qué es el arte. Al recontextualizar, llamando la atención y provocando, lo que consiguen ambos autores es generar conversación sobre el tema que les interesa.
4. Reinterpretar
No sabes qué estás viendo exactamente cuando miras las imágenes del proyecto ‘Afronautas’, de Cristina de Middel. ¿Es un trabajo documental? ¿Es un teatro montado? ¿Realmente existieron unos astronautas en Zambia? Lo que existe también puede ser utilizado para crear algo que no es real. De Middel trabaja precisamente esa ambigua relación entre verdad y ficción a través de sus imágenes. ‘Afronautas’ parte de una noticia verdadera, sucedida hace 50 años, cuando Zambia lanzó un programa espacial para enviar a la luna a doce personas y a diez gatos. A partir de un hecho real, la fotógrafa española reconstruye las escenas que pudieron ocurrir, mezclando datos e imaginación.
Quino también partía de lo que pasaba en el mundo cuando dibujaba a Mafalda. Pasé horas leyendo las tiras de niña sin entender la mayor parte de los mensajes que lanzaba. Sin embargo, conectaba con el personaje y me entretenía su lectura. Me parece interesantecomprobar cómo vuelvo a disfrutar de las tiras ahora, aunque desde un ángulo totalmente distinto. Al satirizar y exagerar, Quino abordaba temas políticos y sociales de los años 60, pero también creaba un mundo de ficción paralelo con subcapas en las que había otros mensajes más sencillos.
Al ficcionar, satirizar o exagerar ideas, De Middel y Quino crean nuevas dimensiones de la realidad. Nos permiten profundizar, reflexionar e imaginar el mundo desde nuevas perspectivas.
5. Revelar
Están, por último, las ideas que son reveladas. Suceden cuando, en lugar de crear algo desde cero, nombramos algo oculto, algo que no se ve pero que está ahí. Los medios de comunicación se basan en contar (revelar) lo que ocurre en el mundo. Sin ellos, no estaríamos informados porque no tenemos ni los tiempos ni las herramientas para averiguarlo.
La ilustradora Paula Bonet también revela en ‘Roedores: Cuerpo de embarazada sin embrión’. Un libro formado por un diario personal y un cuento que le dibujó a su hija, que no llegó a nacer. Habla y rompe el tema tabú sobre el aborto natural. Genera una conversación dando voz a ese silencio compartido por muchas mujeres. Al exponer públicamente las cosas no nombradas, se crea conciencia de esas realidades y se visibilizan. De hecho, gracias a la profundidad de su trabajo literario y pictórico, el periódico ‘El País’ ha dado a Bonet un espacio quincenal para llegar con esta y otras ideas a un público más amplio.
Adaptar, mezclar, recontextualizar, reinterpretar y revelar lo existente para crear algo nuevo. Llego ya al final del texto. Me doy cuenta de que para escribirlo he adaptado (o puede que interpretado a mi manera) la clase que Max Colson impartió en Central St Martin’s hace seis años. Y que, a partir de ella, propongo aquí un collage de trabajos que no parecían tener conexión previa entre ellos con el que ejemplifico las cinco categorías a partir de las cuales se puede crear sobre algo existente. Ahora, me toca pensar en algunos proyectos especiales que queremos abordar en nuestro estudio. Tal vez, no haga falta inventar la pólvora para dar con alguno interesante. Quizá —seguro— la idea está mucho más cerca de lo que imagino…